miércoles, 16 de abril de 2008

La Globalización: beneficios para todos, perjuicios para todos.

NOTA INFORMATIVA: No es mi intención ser ni pesimista ni catastrofista sino realista, y no aburrir con esta verborrea que en muchas ocasiones puede parecer demagógica hasta para un grupo antiglobalización o un partido ecologista. Por el contrario, sí que será mi intención mostrarle la realidad al que aparta la cabeza ante una imagen o se tapa los oídos ante un comentario, dar a conocer (y conocer yo también) situaciones insostenibles que vivimos día a día sin percibirlas apenas.

En la actualidad, la Tierra (planeta en el que algunos vivimos o pretendemos) es como un vertedero al 90% de su capacidad. Hemos agotado recursos indispensables (como el petróleo), hemos dañado la capa de ozono, hemos destruído microclimas que pudieran parecer insignificantes y con ellos muchas especies nos han abandonado para siempre. Tarde o temprano, la voracidad del capitalismo nos tenía que pasar factura, pero puede que lo haga antes de lo previsto. Inundaciones a diario se escuchan en las noticias, seismos que dejan bajo tierra muchos hogares y personas, huracanes devastan regiones enteras ... Y todo esto, a pesar de oirlo todos los días, nos provoca pocas reacciones a occidente pues pensamos que no tenemos culpa, que eso siempre ha pasado.

Como dije en el anterior post, la globalización puede venir existiendo desde el principio de la vida pero cuando realmente está haciendo daño es ahora, y ahora que podemos medir, predecir y poner remedios pues no lo estamos haciendo como deberíamos sino tímidamente como si el planeta no estuviera en una situación lo suficientemente crítica. Entonces, ¿podemos culpar al proceso en sí de la actual situación?. Pues claramente no, los culpables somos quienes nos hemos beneficiado de poder comprar artículos más baratos de otros países, quienes han obtenido grandes beneficios con la deslocalización y la falta de medidas anticontaminantes de sus fábricas y hasta quienes nos hemos desplazado en muchas ocasiones de un lado a otro innecesariamente, hemos dejado luces encendidas durante horas o no reciclamos como deberíamos.

¿Y no nos ha beneficiado en nada? Pues sí, pero materialmente a muy pocos, sobretodo a quienes han explotado indiscriminadamente recursos, personas, ... Los beneficios de la globalización no están equitativamente repartidos entre los perjudicados por ella. Algunos se aferran a cientos de argumentos relacionados con los beneficios no materiales que ha reportado el proceso, los cuales, al menos para mí, no justificarían ni los medios ni las consecuencias. Ciertos es que se ha mejorado la situación laboral en muchos países con tradiciones esclavistas en lo que al trabajo se refiere; la situación de la mujer y de los niños también ha mejorado; impresiona un poco que estas líneas que escribo puedan ser leidas desde cualquier parte del mundo o que un informático hindú pueda solucionar un problema o una duda que tenga sobre un programa. A este tipo de cosas me refiero cuando hablo de beneficios no materiales que, al menos que alguien me diga lo contrario, no producen efectos negativos sino sinérgias y beneficios para ambas partes e incluso para el medio ambiente.

Para acabar este post les expongo la imagen elegida, con frase incluída, para el Día Mundial del Media Ambiente (2007):



¿Cuándo comienza la Globalización?

En mi opinión muy poca gente puede dar, ya no el siglo, sino la década en que da comienzo este proceso, no siempre conocido o relacionado con el nombre con que Theodore Levitt lo bautizó en 1983. Para mí, la globalización es algo inherente al hombre: busca en otros sitios lo que desea y no tiene cerca, algo que le reportará un beneficio (material o no) aunque para ello tenga que cruzarse medio mundo y, si él no puede, alguien lo hará por un módico precio (o las nuevas tecnologías se lo traerán a casa con un click de ratón) .


Entre mis escasos conocimientos históricos se cuelan algunos ejemplos, unos más relevantes que otros, sobre movimientos de personas o grupos que se asemejan (a escala) al momento en que vivimos; ejemplos tales como los primeros hominidos nómadas del África primitiva, que recorrían grandes distancias para alimentarse (por necesidad) y procrear, y otros que significarían grandes descubrimientos, como el de Colón, Magallanes, ... Tanto los primeros como los segundos buscaban su propio beneficio o el de su comunidad (algo que más tarde Adam Smith relacionaría con las asignaciones eficiente y el buen comportamiento del mercado). En la actualidad, la globalización es más amplia y compleja, involucra a muchas más personas y sus efectos sobre el medio ambiente son, desde luego, mucho más devastadores.

Hagan los lectores un esfuerzo psicológico y retrotraiganse a 1491-1492. En su viaje hacia las Indias por una ruta alternativa, Colón viajaba en un barco propulsado por el aire (con lo cual no contaminaba) y, a pesar de que tardaba una eternidad en ir y volver, se establecería un comercio que para nuestro país sería muy rentable. ¿Cuál es la principal diferencia entre este comercio y el que hoy se produce con, por ejemplo, China? Para mí, la contaminación. Los productos chinos, ya sean más o menos tecnológicos, llegan a occidente en grandes buques de carga (cargueros) que, aunque tardan menos tiempo de lo que tardaría un barco propulsado por velas, siguen tardando bastante tiempo, contaminan y gastan un escaso combustible: el petróleo.

Y ustedes pueden pensar: "pero que pesimista es este jóven". No señores, el crecimiento de la contaminación atmosférica se ha disparado exponencialmente en los 2 últimos siglos con el descubrimiento de los combustibles fósiles y a eso hemos de unirle tanto nuestra desproucupación como el consumismo desenfrenado que multiplican dichos efectos perniciosos. ¿Quiero decir con esto que no compremos producto chinos? Pues, en cierta manera, no, solamente mi pretensión es concienciar de que cuando compramos un producto que viene de fuera, de muy lejos, reflexionemos sobre cuánto nos ha costado a nosotros y cuánto al medio ambiente; que reflexionemos sobre cuál es nuestro beneficio y cuál el del productor que ha deslocalizado su fábrica a este país asiático para esquivar una legislación ambiental que le imponía su país de origen.

sábado, 12 de abril de 2008

Algo casi insignificante puede ser la esencia de la Globalización. La historia de un lápiz.

Queridos lectores, hagan la prueba que a continuación les cito. Cuando vayan andando por la calle pregunten a quien quieran: ¿Puede un lápiz representar el proceso globalizador que hoy vivimos?. Seguramente la otra persona se hechará a reir y vosotros podreis indicarles que sí. Hasta yo me sorprendí el otro día cuando al entrar al blog de un amigo, en una nueva entrada encontré este video:


Parece mentira que un objeto tan cotidiano pueda llevar tras de sí tanto trabajo y haber pasado tan distintos sitios, a pesar de que Milton Friedman (el señor que aparece en el vídeo), no conozca la procedencia de muchos de los componentes. Tan sorprendentes son las referencias al lápiz como su férrea defensa de las ideas neoclásicas sobre precios y demás. Casi convencen estas ideas de que con ellas se consigue la paz en el mundo.

Ahora reflexionemos: si un lápiz necesita todo ese trasiego de personas y mercancías, ¿Cuánto necesita un objeto complejo como puede ser un ordenador o un coche?. Pues, en efecto, MUCHO más.

Pero la cuestión es otra: las implicaciones de todos esos movimientos. ¿A quién benefician?, y por ende, ¿Perjudican a alguien? Las respuestas se pueden encontrar en muchos sitios y éste es uno de ellos (o al menos pretende serlo).



¿Qué es la Globalización?

Globalización es un término, al menos para mí, complejo de definir. En la red podemos encontrar multitud de definiciones, unas más amplias, otras más concisas; pero muchas de ellas difícilmente entendibles para la gente de a pie, la gente de la calle, gente que vive el día a día de manera normal y no percibe efectos, acciones o movimientos más allá de los que le comunica el noticiario, el periódico o la radio.

Dejo ya de andarme por las ramas y me centro en el objetivo de este post: definir la globalización. Para ello comienzo con una sencilla y escueta, la que nos proporciona la Real Academia Española en su vigésimo segunda edición: "Tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales". Deja muchos flechos sueltos y mi pretensión es encontrar una que, a la par que sencilla y escueta, sea más amplia y no deje consideraciones a vuestra libre imaginación.

Por ello, buscando un poco más encontré otra, la del Fondo Monetario Internacional que nos dice: "la globalización económica es un proceso histórico, el resultado de la innovación humana y el progreso tecnológico. Se refiere a la creciente integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. En algunos casos este término hace alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales. La globalización abarca además aspectos culturales, políticos y ambientales más amplios". Esta es algo más completa, pero todavía puede quedar un aspecto que se le escapa a esta definición, el adhesivo, lo que une todo: internet.

El término globalización fue acuñado por Theodore Levitt en 1983 (en su artículo “Globalization of Markets” publicado en la Harvard Business Review). Por aquellos entonces internet y sus efectos no se conocían, pero existían transferencias de capitales, mercancías y personas, aunque costosas pero existían. El descubribrimiento de esta herramienta provocaría un crecimiento exponencial de dichas relaciones, lo que nos hace pensar que este hecho llevaría al capitalismo a su máxima expresión. Pero, ¿beneficia esta era global a todos por igual?. Claramente no.

En sucesivas entradas pretenderé, además de proyectar una imagen real de la Globalización (imagen que no suelen dar los medios en esta mitad del globo), dar a conocer hechos que refuten las posiciones de aquellos que, como yo, no ven todas las consecuencias positivas.