miércoles, 16 de abril de 2008

¿Cuándo comienza la Globalización?

En mi opinión muy poca gente puede dar, ya no el siglo, sino la década en que da comienzo este proceso, no siempre conocido o relacionado con el nombre con que Theodore Levitt lo bautizó en 1983. Para mí, la globalización es algo inherente al hombre: busca en otros sitios lo que desea y no tiene cerca, algo que le reportará un beneficio (material o no) aunque para ello tenga que cruzarse medio mundo y, si él no puede, alguien lo hará por un módico precio (o las nuevas tecnologías se lo traerán a casa con un click de ratón) .


Entre mis escasos conocimientos históricos se cuelan algunos ejemplos, unos más relevantes que otros, sobre movimientos de personas o grupos que se asemejan (a escala) al momento en que vivimos; ejemplos tales como los primeros hominidos nómadas del África primitiva, que recorrían grandes distancias para alimentarse (por necesidad) y procrear, y otros que significarían grandes descubrimientos, como el de Colón, Magallanes, ... Tanto los primeros como los segundos buscaban su propio beneficio o el de su comunidad (algo que más tarde Adam Smith relacionaría con las asignaciones eficiente y el buen comportamiento del mercado). En la actualidad, la globalización es más amplia y compleja, involucra a muchas más personas y sus efectos sobre el medio ambiente son, desde luego, mucho más devastadores.

Hagan los lectores un esfuerzo psicológico y retrotraiganse a 1491-1492. En su viaje hacia las Indias por una ruta alternativa, Colón viajaba en un barco propulsado por el aire (con lo cual no contaminaba) y, a pesar de que tardaba una eternidad en ir y volver, se establecería un comercio que para nuestro país sería muy rentable. ¿Cuál es la principal diferencia entre este comercio y el que hoy se produce con, por ejemplo, China? Para mí, la contaminación. Los productos chinos, ya sean más o menos tecnológicos, llegan a occidente en grandes buques de carga (cargueros) que, aunque tardan menos tiempo de lo que tardaría un barco propulsado por velas, siguen tardando bastante tiempo, contaminan y gastan un escaso combustible: el petróleo.

Y ustedes pueden pensar: "pero que pesimista es este jóven". No señores, el crecimiento de la contaminación atmosférica se ha disparado exponencialmente en los 2 últimos siglos con el descubrimiento de los combustibles fósiles y a eso hemos de unirle tanto nuestra desproucupación como el consumismo desenfrenado que multiplican dichos efectos perniciosos. ¿Quiero decir con esto que no compremos producto chinos? Pues, en cierta manera, no, solamente mi pretensión es concienciar de que cuando compramos un producto que viene de fuera, de muy lejos, reflexionemos sobre cuánto nos ha costado a nosotros y cuánto al medio ambiente; que reflexionemos sobre cuál es nuestro beneficio y cuál el del productor que ha deslocalizado su fábrica a este país asiático para esquivar una legislación ambiental que le imponía su país de origen.

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