Parece mentira que un objeto tan cotidiano pueda llevar tras de sí tanto trabajo y haber pasado tan distintos sitios, a pesar de que Milton Friedman (el señor que aparece en el vídeo), no conozca la procedencia de muchos de los componentes. Tan sorprendentes son las referencias al lápiz como su férrea defensa de las ideas neoclásicas sobre precios y demás. Casi convencen estas ideas de que con ellas se consigue la paz en el mundo.
Ahora reflexionemos: si un lápiz necesita todo ese trasiego de personas y mercancías, ¿Cuánto necesita un objeto complejo como puede ser un ordenador o un coche?. Pues, en efecto, MUCHO más.
Pero la cuestión es otra: las implicaciones de todos esos movimientos. ¿A quién benefician?, y por ende, ¿Perjudican a alguien? Las respuestas se pueden encontrar en muchos sitios y éste es uno de ellos (o al menos pretende serlo).
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